24 mayo, 2009

Deslumbrarse

He tenido la suerte de conocer a uno de los grandes, de conversar con él y de leer sus artículos, ensayos y libros que él mismo me ha entregado en mano.
Sus escritos y todas y cada una de las conversaciones que he tenido con él no han hecho otra cosa que encaminarme hacia el inconformismo, una especie de lucha interna para conseguir una mente abierta y despejada.
Es bien sabido que lo que te pueden transmitir unos libros no tiene ni punto de comparación con el contacto directo con el erudito en cuestión, mi erudito pues es José Luís Santos Lucas y de él ha nacido, en parte, mi inconformismo y escepticismo hacia algunas cosas.
Su vocalización, un poco turbia, no entorpecía su dialéctica sumamente rica que encandilaba a su interlocutor, y en sus escritos, en algunos, se asoma un afán de superación con respecto a él y con respecto al mundo; en otros simplemente aparece una ironía un tanto perversa hacia la ignorancia por la ignorancia.
Su vocación era íntegra al aprendizaje constante, un deseo insaciable de conocer más y más y una curiosidad un poco maliciosa por conocer el porqué del porqué de las cosas; eso es lo que transmitía y con eso me quedo.
Ahora que no está, solo espero que algún día me mire al espejo y vea una parte de él en mi.


En su memoria

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