Todo lo que conocemos, nuestro modus vivendi y todos nuestros esquemas mentales y sus límites, todos son fruto de la cultura, o mejor dicho, de nuestro entorno cultural. Me refiero a la cultura como conocimiento y me baso en la cultura cuyo sentido radica solamente en la vida de grupo, es decir, cada cultura solo es comprensible en su entorno y se convierte en una lente que filtra la realidad.
Sócrates dijo “solo sé que no sé nada”; esa es la conclusión que te suele venir a la mente a medida que aprendes. Culto es aquel que conoce y entiende el vaivén de las cosas, es una persona inquieta que se pasa toda la vida aprendiendo. El culto conoce sus límites mentales y el límite de su conocimiento y es humilde, sabe que lo que conoce es una ínfima parte del saber, entiende que se aprende toda la vida y que el conocimiento que se adquiera nunca es suficiente.
La comunicación cultural debe promocionar el diálogo entre distintas culturas. Teniendo en cuenta cada persona se reduce a los esquemas mentales de su interlocutor, cuanto más conozcamos otras maneras de hacer, más anchos serán nuestros esquemas y por lo tanto, más lejos estaremos de la intransigencia.
La cultura es la lente por la cual miramos. Su color depende, en gran medida, de nuestro entorno, y según nuestro conocimiento y nuestra comprensión de la realidad esta lente será más transparente, más grande o más pequeña, podrá abarcar más paisaje o menos.
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